El mes de
abril, por lo menos en los últimos tres años, se ha convertido en un mes
aciago, un mes en el que los amigos cercanos al corazón, han dejado para
siempre su paso por el planeta tierra, dejandonos, a todos sus amigos, con un
vacío, que como lo escribiera alguna vez Alberto Cortéz, “no lo puede llenar la
llegada de otro amigo”.
Hace ya
tres años, un 27 de abril de 2014, falleció en la ciudad de Gävle, mi recordado
y muy querido amigo, Héctor Lerner; con él compartí una amistad muy sincera y
profunda; teníamos afinidad ideológica y compartimos nuestras experiencia
poéticas y culturales tanto que decidimos no quedarnos con nuestra obra sino
que la compartimos publicando nuestros libros “Compromiso con la vida”,
antología poética que publicamos junto con las poetas Maritza Lobos de Chile y
Miriam Echeverría de El Perú. Después Héctor publicó su libro “In Crescendo” al
mismo tiempo que yo publicaba mi libro “Contrastes”.
Hoy
recuerdo a Héctor con ese mismo sentimiento de extrañar a mi amigo del alma y, como
un homenaje a él, publico uno de sus poemas. Héctor, siempre estarás conmigo.
Para
quienes quieran saber más de mi amigo, el médico y poeta Héctor, les doy el
enlace que los ha de llevar a la publicación que hice el 27 de abril de 2014.
Los poetas Gustavo y Héctor en el lanzamiento
de sus respectivos libros en Estocolmo.
ITINERARIO
Voy a tu encuentro
llorando como un chico
¿sabes?
Hace siete años
sólo pensaba en sobrevivir.
Vivir era todo un privilegio
y a secas, una exigencia
de locos o delirantes.
Por aquel entonces
había perdido entre otras cosas,
mis lágrimas.
Hace cinco años
sólo pensaba en ser libre
y salvar la dignidad,
ese prójimo de si mismo,
ese hombre que sufre
y a veces sucumbe
debajo de la piel.
Por aquel entonces
había perdido entre otras cosas
mi sonrisa.
Hace dos años
pensaba en escaparle al tedio
la locura, el miedo y el olvido.
A veces me interesaba la libertad
y otras veces la muerte.
Por aquel entonces
había perdido el colectivo de la historia
donde viajaba mi amor
y mi consuelo.
Hace un año
pensaba que la vida era una derrota
y una cuesta empinada
que apuntaba al infinito.
Por aquel entonces
había recuperado la libertad
o su ironía
y sepultado mi último sueño.
Por aquel entonces
también te conocí:
eras tan niña
que me sentí un viejo;
tan tibia
que me sentí un témpano;
tan tierna
que me sentí un mármol;
tan valiente
que me sentí cobarde;
tan frágil
que me sentí torpe;
tan triste
que me senti, por primera vez, acompañado;
tan hermosa
que me sentí mañana, abeja y sacrificio;
tan enteramente para mi
que quise ser un náufrago
de vos.
La noche se esfumó
con los últimos presagios
y negrísimos augurios
y el alba despuntó
prometiendo promesas tan claras
como el agua de una lágrima.
Se llenaron
los silencios de palabras
se llenaron
las palabras de silencio.
La vida siguió siendo una ruina
pero a tu lado
que distinto todo.
Volví a sonreír,
a creer, a luchar
a crecer.
Entendí que la derrota
era una escala
no una escalera,
un estado,
no una existencia
no una última palabra
y volví a militar en la vida
por vos, con vos, para vos.
Comenzamos a desandar la angustia
para empezar de nuevo
y empezamos por los parques
y las plazas y las lluvias
y seguimos por la piel
hasta alcanzar la sangre
hasta alcanzar el corazón.
Hace ocho meses
te fuiste caminando
por la enésima trastada
de la vida.
Sufriendo por mi,
sin mi,
no de mi.
Hoy voy a tu encuentro
llorando como un chico...
Hector Lerner
Voy a tu encuentro
llorando como un chico
¿sabes?
Hace siete años
sólo pensaba en sobrevivir.
Vivir era todo un privilegio
y a secas, una exigencia
de locos o delirantes.
Por aquel entonces
había perdido entre otras cosas,
mis lágrimas.
Hace cinco años
sólo pensaba en ser libre
y salvar la dignidad,
ese prójimo de si mismo,
ese hombre que sufre
y a veces sucumbe
debajo de la piel.
Por aquel entonces
había perdido entre otras cosas
mi sonrisa.
Hace dos años
pensaba en escaparle al tedio
la locura, el miedo y el olvido.
A veces me interesaba la libertad
y otras veces la muerte.
Por aquel entonces
había perdido el colectivo de la historia
donde viajaba mi amor
y mi consuelo.
Hace un año
pensaba que la vida era una derrota
y una cuesta empinada
que apuntaba al infinito.
Por aquel entonces
había recuperado la libertad
o su ironía
y sepultado mi último sueño.
Por aquel entonces
también te conocí:
eras tan niña
que me sentí un viejo;
tan tibia
que me sentí un témpano;
tan tierna
que me sentí un mármol;
tan valiente
que me sentí cobarde;
tan frágil
que me sentí torpe;
tan triste
que me senti, por primera vez, acompañado;
tan hermosa
que me sentí mañana, abeja y sacrificio;
tan enteramente para mi
que quise ser un náufrago
de vos.
La noche se esfumó
con los últimos presagios
y negrísimos augurios
y el alba despuntó
prometiendo promesas tan claras
como el agua de una lágrima.
Se llenaron
los silencios de palabras
se llenaron
las palabras de silencio.
La vida siguió siendo una ruina
pero a tu lado
que distinto todo.
Volví a sonreír,
a creer, a luchar
a crecer.
Entendí que la derrota
era una escala
no una escalera,
un estado,
no una existencia
no una última palabra
y volví a militar en la vida
por vos, con vos, para vos.
Comenzamos a desandar la angustia
para empezar de nuevo
y empezamos por los parques
y las plazas y las lluvias
y seguimos por la piel
hasta alcanzar la sangre
hasta alcanzar el corazón.
Hace ocho meses
te fuiste caminando
por la enésima trastada
de la vida.
Sufriendo por mi,
sin mi,
no de mi.
Hoy voy a tu encuentro
llorando como un chico...
Hector Lerner
©
Héctor en una noche de poesía en Gävle, Suecia.
El mes de
abril, el de este año, nos ha traido otra desagradable noticia y es el de la
muerte de nuestra amiga, la enfermera Ángela María López Arias, quien muriera
en tierras de Asturias, en España. Tuve la feliz oportunidad de conocer a
Ángela grácias a mi esposa. Ángela y mi
esposa compartieron la época de la universidad, en Bogotá, Colombia. Desde esta
bitácora envío, en mi nombre y en el de mi familia, mis más sinceras condolencias a toda su
familia tanto en España como en Colombia.
Ana Lucía, Gustavo y Ángela en Gijón, España.
Ángela y Gustavo en Gijón, España.
Ángela María López Arias - Final
Ángela María López Arias - Final
¡Ángela,
descansa en paz!
Queridos amigos de Contrastes, a continuación les comparto mi poema para esta semana.
Día de plomo. Fotografía de Carmela
tomada de su blog mifular.
Días de invierno
Hay días descolgados
del corazón de la cordura,
arrastrados en la sangre
fatal de la estulticia,
días al borde del suicidio,
despojados de su nombre,
días huérfanos de calendario,
días grises de invierno,
mutilados de sucesos,
días que son y no son,
días al nivel de las cloacas,
pestilentes e invisibles.
Hay días famélicos,
de largas hambrunas,
de cielo pintado de plomo,
de gotas de lluvia en el cadalso,
días mudos, puestos de rodillas,
álgidos, vetados de color,
días de amores fallidos,
de flores aún sin retoñar,
de herrumbre en el horizonte.
Hay días estériles de amantes,
de amores contrariados,
de camas tristes y vacías,
de odios reventando corazones,
días de banderas olvidadas,
de cinismos en los diarios,
días de mentiras mal contadas.
Hay días sin albas ni crepúsculos,
de seres convertidos en objetos,
de pompas donde brilla el oro,
días de rutina y de miseria,
días vacuos de historia y fantasía,
de invierno inoportuno en el estío,
de sombras acechando en las esquinas,
días invertebrados y procaces
como un sarcófago indecente
que alberga la miseria humana.
Gustavo Figueroa Velásquez
©
Silvio Rodríguez (Cuba) - Pequeña serenata diurna.
Un sentidísimo homenaje a tu querido amigo y poetaHéctor Lerner. El poema que nos traes de él es una maravilla. He visitado el enlace que nos dejas y he leído lo que nos cantabas entonces con el corazón roto. Una persona admirable se desprende de sus hechos y un poeta maravilloso. Tu poema, deja traslucir que ni el tiempo pasado, quita dolor a su recuerdo, al de la pérdida del amigo, me ha gustado mucho. Gracias por compartir la foto.
ResponderEliminarUn abrazo grande!!
Carmela:
EliminarGracias amiga Poeta por tus palabras de aliento y por tus bellas palabras para Héctor quien siempre estará en mi corazón.
Gracias por permitirme el uso de tus hermosas fotografías.
Un abrazo muy fuerte.
Aquellos que han partido a la luz, viven en nuestro recuerdo y tu homenaje es muy sentido. Comparto tu pesar y el de tu mujer. Abrazos
ResponderEliminarMyriam:
EliminarGracias mi estimada Myriam.
Abrazos.
Que poemas cargados de grandes emociones y sentimientos, por todo lo vivido. Seguro que estén donde estén esos amigos, al igual que lo sientes tú, ellos también te llevarán en el alma. Lo bueno solo muere físicamente. Bonita tierra Gijón, estuve por allí hace unos años.
ResponderEliminarFuerte abrazo Gustavo.
Rafa:
EliminarDe acuerdo contigo, amigo mío, que lo bueno nunca muere; estos amigos estarán siempre en mi corazón.
Fuerte abrazo Rafa.
Gustavo, lamento muchísimo tus perdidas, pero al igual que Myriam opino que nuestros seres queridos nunca se van del todo. Permanecen en nuestra memoria para siempre y es bueno recordarlos de la mejor manera, en sus momentos mas felices.
ResponderEliminarAmbos poemas poseen tal intensidad que quien los lee no puede dejar de conmoverse, entrañable tu homenaje Gustavo.
Abrazos desde mi Sur, que tbn hago extensivo a tu mujer en estos momentos de dolor. Fuerza!
REM
Rembrandt:
EliminarGracias querida amiga por tus palabras que las siento como un bálsamo y una compañia desde tu Sur.
Gracias por tu solidaridad y tu belleza humana.
Besos.
El maestro Lerner (lástima su muerte) en su poema bellamente coloquial, capaz de conversar con el lector, deja ver esos amores que a pesar de las rupturas, nunca se dejan. Es que uno necesita volver a ellos, para creer la vida, que es la mayor de las ideologías, por eso con Lerner,"
ResponderEliminar"Hace ocho meses
te fuiste caminando
por la enésima trastada
de la vida.
Sufriendo por mi,
sin mi,
no de mi.
Hoy voy a tu encuentro
llorando como un chico"
Y cómo duele la muerte de los amigos, como la de este pan de mujer, que era la enfermera Ángela. Me hace recordar a Alberto Cortez, en "cuando un amigo se va/ queda un espacio vacío/ que n o se puede llenar/ ni con las aguas de un río".
Para uno de mis libros, donde también me acechaba ese sentimiento de días sin alma, fatales, sombríos, titulé: "memorial de sombras". Como en tu poema, se siguen viviendo aquí en Colombia, tu país, maestro Gustavo, esos días sin alma, sin carnalidad. Pareciera que no se quiere la paz. Hay un dolor a los César Vallejo, por esos Heraldos negros. UN abrazo desde mi cubil. Carlos